Querido Magnus:
Te escribo esta carta a pesar de que sé que nunca
tendré el valor de enviártela, y si lo hago, y te molesto, perdóname. El
separarme de ti ha sido una de las cosas más complicadas a las que he tenido
que enfrentarme, (después de la muerte de Max). Y no la estoy pasando nada
bien.
He llorado todas y cada una de las noches en las que
no estoy contigo. Isabelle suele venir a animarme, contándome cosas graciosas
que hace con Simón, pero ni siquiera eso me hace sonreír. Nada puede hacerme
sonreír cuando mi mayor alegría me ha alejado, mi mayor alegría me apartó de
sus brazos a pesar de todo lo que hemos pasado.
Me entregué a tus pies, me arrastré más de una vez persiguiéndote.
¿Recuerdas la vez en que nos conocimos? ¿Recuerdas cuando te fui a buscar? Yo
si lo recuerdo, tú me diste mi primer beso, un beso que no olvidaré jamás. Ni ese,
ni ningún otro. Mi boca reclama la tuya.
Y besarte no fue lo único que hice al estar contigo.
Hice mil cosas más que nunca me hubiera atrevido a hacer. Y quiero darte las
gracias por eso, porque sin ti nunca hubiera reconocido a mis padres quién era
mi verdadero yo. Porque sin ti nunca hubiera descubierto lo que es amar.
Y sí, me costó poco aprender que bajo se puede caer,
pero cuando acabó la lección, no quedaba nada a salvo a mi alrededor. Todo
lo que toco lo destruyo, ¿Te das cuenta de que las cosas que más quiero en este
mundo se van? Yo quería a mi familia por encima de todas las cosas, y Max, se
fue, luego mis papás se separaron. ¿Qué me queda? Mi madre está ocupada en sus
cosas y mi padre no me dirige la palabra, Isabelle seguramente acabará con
Simón.
Al final, lo que decía Jace se hará realidad, me
quedaré solo y con muchos gatos. Pero siempre seguiré amándote.
Y es que tú no entiendes lo complicada que es para mí
esta situación. Tú solo vez lo que Camille te dijo ¿Por qué? ¿Por qué no me
dejaste explicarte ni una sola vez lo que yo sentía, no me dejaste explicarte
porqué recurrí a ella sin consultarte. ¿A quién más podía ir? ¿Quién más te
podría conocer? Yo quería saber de ti, y siempre, constantemente te cerrabas,
te alejabas.
No sé quién se fue primero, si tú o yo, pero esta
relación tuvo fin hace mucho tiempo. Tuvo fin desde el día en que nuestras
vacaciones se acabaron y tú me hiciste prometer que nada se interpondría entre
nosotros. Tuvo fin desde que te dejaste enfrascar en el juego de Camille y
desde que decidiste que tu pasado no importaba.
Yo siempre fui un libro abierto para ti, ¿y tú? Tú tan
solo eras un pergamino, legible para todos menos para Alec. Y a pesar de eso,
sigo amándote.
Te llevo en mi corazón Bane. Y siempre lo voy a
hacer, si tú quieres elimíname, olvídate de mí, de todas formas, nunca voy a
querer amar a nadie más. Nunca voy a querer saber nada de nadie más, no cuando
la única persona de la que quería saber todo tomó mi corazón y lo arrojó al
suelo destrozándolo en mil pedazos y cada uno de eso pedazos, en muchos pedazos
más. Y ni siquiera te permitiste pensar.
Ya no solo siento dolor, no solo siento la perdida,
también siento la frustración.
Te digo adiós porque sé que de todas formas en algún
momento me tendré que ir de esta tierra, mis ojos se apagarán y aquel azul que
tanto te gusta dejará de brillar. Te digo adiós porque sé que de todas formas
tú seguirás adelante, encontrarás otro ‘garbancito’ al que amar.
Una eternidad te espera, pero a mí, solo me queda
una vida de soledad, tal vez y tenga suerte y en la guerra que se avecina algún
demonio acabe con mi miseria, aunque de todas formas no habría nada con qué
acabar. Soy un cuerpo vacío, sin alma ni corazón, simplemente sin vida.
Adiós Magnus Bane, gran brujo de Brooklyn. Que tu
larga vida se prolongue todos los años que necesites para volver a amar dos
veces, una por ti y otra por mí, ya que, aunque yo viva cien años más, nunca
podré volver a amar.
Alexander Lightwood.
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